lunes, 24 de febrero de 2020

Día 1 después de la tormenta.

Han pasado 6 años desde la última vez que escribí en este blog, hasta lo había olvidado y tratando de abrir uno me encontré con este, que fuerte, tantos recuerdos, tantos dolores, tantas crisis, y heme aquí, sigo aquí.

Hoy es el día 1 después de la tormenta, hoy amanecí sonriente y es extraño, suelo siempre amanecer enojada, como con un "por qué tenía que despertar" de fondo, con un calor en el estómago que me hace pensar que se prendió el motor del día, hace meses estoy así, casi un año, rabia... rabia eterna y sin sentido aunque si lo pienso bien en realidad si tiene sentido.

Hoy me encuentro escribiendo como psicóloga, pero también como paciente, porque una cosa no quita la otra, aunque a veces el mundo piense que los psicólogos debemos tener mejor control de nuestras emociones, resulta que el mito de que estamos todos los locos es más real de lo que quisiéramos, pero bueno, alabada sea la escisión profesional.

5 días de licencia psiquiátrica, este es el último día de ella y tomé una decisión al abrir los ojos, así, simplemente al abrirlos, escribir un blog desde esta posición, desde la posición de psicóloga y paciente, aceptar con humildad que esto pasa, que no soy super humana y que me perdí, me perdí sin fin al fallar hace casi un año en un trabajo que me quitó hasta el sueño, que me dejó una herida narcicista brutal y en plena crisis vocacional.

Pero ojo ahí, el problema no fue la pega, fui YO, y sí, escribo YO en mayúsculas porque no estoy hablando solo desde el pronombre en primera persona, no señores, estoy hablando del YO en cuanto identidad y estructura base de nuestra personalidad. Sip, así, tal cual, démosle con todo sino pa' qué.

Pasa que la estructura psíquica que nos arma a todos y cada uno de nosotros se forma desde que somos pequeñines, algunos dirán desde antes de nacer, yo diré desde que nacemos hasta pasada la poda neuronal de la adolescencia ¿por qué? porque hasta esas altura la plasticidad de nuestros cerebros aún permiten nuevas conexiones para vivir el día a día, así de simple, así de complicado y así tal cual fue como me fui a la B.

Sería un blog eterno si contara cada uno de los desastres de mi vida y en realidad, un cliché desde lo psicoanalítico hasta lo cognitivo conductual, pero cuando dicen que ser mujer es un indicador de riesgo para patologías de salud mental y tendencias a los trastornos de personalidad, tienen razón, pero no por el sexo, sino por el género, pero eso es tema de otra entrada.

Resulta que lo tengo todo, un marido maravilloso, una familia aperradísima, amigos increíbles, un sobrino precioso, tremenda pega, tremendos compañeros de pega, salud (o eso creo), y tantos otros privilegios... y figuraba entera de negro, con ojos de colores, el pelo chascón, con rabia desde lo más profundo de mi alma, por la mala cuea de la infancia, la mala cuea de la adolescencia y las pésimas elecciones de adulta.

Hoy es el día uno después de la tormenta, y hoy es el día en que vuelvo a encontrarme, porque mi YO se perdió un ratito, o quizás bastante, y ahí está en proceso de armarse, de volver a su punto, de parcharse.

Hoy doy la bienvenida de vuelta las zapatillas amarillas, el pelo rockero y la sonrisa sincera que se me perdió.

Gracias y perdón.

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