jueves, 14 de febrero de 2013

Si tuviera que decirte adiós no sé cómo lo haría, no sé cómo podría dejarte a un lado, no sé cómo haría para borrarte de mi mente siquiera. A veces siento que nada es suficiente, me mataste la visión, me dejaste centrada solo en ti y en la imposibilidad de mirar más allá.

No sé cómo fue que lo hiciste, no sé la verdad qué fue lo que hiciste, con tu postura de gran capitán de barco, y esa política, a-política de derecha que me desagrada de sobre manera.

No sé cómo lo haría para decirte que me encantas, y que me dañas cada vez que apareces con una sonrisa y desapareces sin decir adiós, sin siquiera una luz de vuelta o desaparición.

No sé qué me hiciste, pero tampoco sé cómo descubrirlo, es como que si preguntándotelo pudiese obtener respuesta, pero yo creo que ni tu sabes bien que pasa conmigo, es como si para ti no fuese más que una de esas hojas otoñales que pisas cada vez que caminas por el parque bustamante o por el barrio lastarria.

No sé cómo hacer para que uno de mis vicios más deliciosos, el moccachino, deje de tener sabor a ti, deje de ser mi recordatorio constante de tu existencia e inexistencia constante en mi mente, en mi vida.

No sé como decir que es minuto de que hagas algo al respecto o desaparezcas, pero creo que no sabes sobre qué tienes que hacer algo, no digamos que mis actitudes han sido lo suficientemente constantes como para que llegues a saberlo alguna vez en la vida.

No sé como decirte adiós aun cuando se que este es el minuto de borrarte de mi mente, de avanzar y caminar, de esperar un otro que haga que cada uno de los átomos de mi cuerpo vibren con una sola palabra como lo haces tu.

No sé qué fue lo que me hiciste, que lograste que el café fuera ser humano, y que el parque fuera una máquina de tiempo.