domingo, 25 de diciembre de 2011

Alguna vez, tuve un super héroe que tuve la suerte, fuera de verdad. Se llamaba Luis y su habilidad; hacerme feliz desde el día en que nací. 

Desde pequeña me enseñó a bailar el rock & roll en su taller de autos, sobre los mismos azulejos que existen hasta el día de hoy, (que me parece alguna vez fueron rojo, pero que con el paso de los años, el aceite de auto y los incesantes intentos de mi abuela por llevarlos a su color original, hoy tienen un color entre negro y ladrillo que a primera vista, simplemente, parecen negros), al ritmo de una canción que nunca supe como se llamaba pero que tarareaba siempre (nunca cambiaba de canción, cuando mas grande llegué a pensar que era la única que se sabia). Me hacia girar de una lado al otro, los vuelitos de mi vestido me seguían, me tomaba en brazos y me elevaba por los aires, me sentía siempre una rock star. Me enseñó a bailar tango, y siempre recordaré cómo le encantaba Gardel. 

Me enseñaba a pegar combos como los boxeadores (él fue boxeador) y a pegar patadas como karateca (el fue katareca en la kempo, y nunca voy a olvidar su historia de como lo hacían saltar escalones hasta que no sentía las piernas). Me enseñó lo que es amar al fútbol porque siempre lo veía jugando a la pelota con los maestros del taller (si, también fue futbolista, pero dejó de jugar porque se casó con mi abuela - Norma), me enseñó que en la vida hay quienes necesitan mas que uno (Mi abuela siempre me cuenta que él sabía que los maestros le robaban pero que el siempre respondía "déjalos, necesitan mas que nosotros"), y me enseñó el respeto por sobre todas las cosas. 

Siempre me defendía de mis papás, pero sobre todo de mi mamá ("los padres están para criar y los abuelos para malcriar") y estoy segura que gran parte de mi resistencia a la insulina y mi adicción a los dulces son su culpa porque siempre le compraba chocolates a un caballero que los vendía de local en local (el caballero tenía una canasta llena de chocolates y mi tata los compraba por montones, gracias a él amo el batón de chocolate blanco y el bombón de chocolate relleno de licor de guinda). Me enseñó a demás a jugar al pool (creo que se sentiría orgulloso porque no juego nada de mal) y me regaló mi primer monopatín que era amarillo y mucho mas lindo que esos "scooter" metálicos que venden ahora (es que lo fabricó él mismo). 

Gracias a él creí en el viejo pascuero más tiempo de lo que cualquier niño normal, común y corriente llegó a creer, y es que él, con sus manitos, me hizo a mi y a mis hermanas una casa de muñecas de madera, de esas antiguas, arguyendo que el viejo pascual (como le decía el) lo había enviado de forma especial a hacerla. 

Todos los Domingos, desde que tengo memoria, llegaba cargado desde la vega central, y lo veía bajar un cajón de tomates siempre al hombro, y la jaba de bebidas en la otra mano (nunca supe como tenía tanta fuerza aún siendo abuelito, yo enserio creo que tenía super poderes). 

Fue el primero en enseñarme a manejar, yo era pequeña, no se exactamente mi edad, pero aún usaba vestidos, calcetines de hilo blancos con vuelitos y zapatos negros de charol marca calpany (que no se si aún existen). Él tenía una camioneta Peugeot del año de la pera, abollada entera, que desde que tengo memoria lo vi arreglarla: que cambiar el motor, que la caja de cambios, que los amortiguadores, que el motor de partida, que la chapa, uf! que manera de echarse a perder esa máquina! Pero no importa, ahí fue donde él me sentaba en sus piernas y me hacia pasar los cambios (no esos cambios como los que hay ahora, sino que esos que estaban al lado/atrás del manubrio - así de antigua era la camioneta). 

Corría en los autos mejor que cualquier corredor de la fórmula 1 y llegaba a fundirlos (por venirse en segunda todo el camino), se metía contra el tránsito para acortar camino, chocaba las micros para poder pasar (los repuestos de los espejos son baratos) y alcanzaba mas de 80 en callecitas angostas del centro de Santiago (imagínense como era cuando manejaba en carretera), nunca dejó que en mi casa ni en la suya faltara algo y era un seductor de primera (vieran los ojos que le ponían las mujeres cuando les hablaba). 

Verlo enojado era casi imposible, sus cariños eran manotazos (yo creo que no sabía hacer nanai) y siempre le encantaba agarrar para el tandeo a la gente (además de emborrachar a los trabajadores en los asados para las fiestas con vodka y bilz aunque yo nunca lo vi borracho). 

Él, es mi abuelo, y lo amo como nunca e amado a nadie, y lo extraño como no tienen idea. Se mandó embarradas con mi abuela (y varias, las que ella - Norma - me ha confesado poco a poco con el pasar de los años de fallecido de mi abuelo) pero siempre será mi super héroe, con con super-fuerza, super-amor, super-preocupación, super-defensor. 

Derechista a morir (todo es culpa de los curas y los comunistas y defensor de Su General Pinochet hasta la muerte) y de hecho creo que de estar vivo el señor correa me hubiera visitado que rato si supiera en las andanzas en las que ando (señor correa - sacada de cresta con la hebilla del cinturón) pero siempre orgulloso de mi aunque nadie mas confiara en mis capacidades; "Algún día serás Senadora o Diputada Camila" y si, espero serlo algún día. 

Lo último que me dijo es lo que siempre nos decía a mi y a mis hermanas:

"¿Quién es la viejita chiquitita mas bonita de la casa?" a lo que una siempre tenía que responder "Yo Tata" y a la mañana siguiente murió. 

Te extraño, te amo, te necesito... Eres mi Super héroe hoy y lo serás siempre.