lunes, 13 de mayo de 2013

Si tuviera que describir todo lo que ha pasado en mi vida en este año, lo describiría en una sola palabra: Aprendizaje.

Aprendí que nada es para siempre.
Aprendí que no somos inmortales.
Aprendí que en la vida no tenemos nada asegurado aparte de la certeza de que algún día vamos a morir.
Aprendí que no hay regalo más maravilloso que la familia.
Aprendí que los amigos vienen y se van pero los recuerdos maravillosos siempre quedan.
Aprendí que lo real no es lo que está más tiempo en tu vida.
Aprendí que la vida es un viaje.
Aprendí que madre hay una sola y abuela también.
Aprendí que así como hay zorritos, hay principitos y adultos.
Aprendí que es posible ver más allá de lo evidente.
Aprendí que el amor no es más real si es correspondido.
Aprendí que el sufrimiento es hermano del amor y que hay que vivirlo.
Aprendí que la verdadera lucha no es la de la calle, es la de los libros.
Aprendí que la revolución no es violencia, es paz.
Aprendí que los sueños mueven la realidad.
Aprendí que la realidad no es opuesta a la fantasía.
Aprendí que todo lo que pueda imaginar es real.
Aprendí que lo pasado puede volver a penarte siempre y cuando no hayas perdonado.
Aprendí que no hay nada más hermoso y liberador que perdonar.
Aprendí que una sonrisa puede más que un grito.
Aprendí que llorar no es de débiles
Aprendí que un par de minutos al lado tuyo es un regalo.
Aprendí que la felicidad se comparte, al igual que la tristeza.
Aprendí que somos seres sociales, y que necesitamos del otro para sobrevivir.
Aprendí que no es persona quien solo piensa en si mismo, es persona quien piensa en todos.
Aprendí que una cuota de egoísmo no es pecado, pero solo una gota.
Aprendí a confiar y por consiguiente a tolerar el golpe de la traición.
Aprendí que vivir con miedos no es vida.
Aprendí que aprendí a aprender.