domingo, 23 de septiembre de 2012

La vida me ha enseñado que todo tiene un "por qué", que las cosas no simplemente son, que todo debe ser lógico, comprendido y efectuado desde la razón, que hay que detenerse a pensar, que se deben entender todos los por qué y nadie nunca me dijo que a veces hay cosas que simplemente no se pueden explicar con palabras y que el lenguaje muchas veces queda corto, no alcanza con las 29 letras del abecedario, no son mucho mas que letras a la hora de no poder conjugarlas en palabras, armar frases y decir.

No se porqué la gente, ni yo, muchas veces no podemos (o no queremos) dar cuenta de que no todo tiene una razón, de que no todo tiene un procedimiento lógico con una seguidilla de acontecimientos predecibles, que a veces lo espontáneo no es más que un sentimiento inentendible y que a veces encontrarse desconcertado no implica riesgo, sino que mas bien sorpresa y absolutamente nada más.

Lo que no entendemos produce un miedo irracional y es que lo desconocido implica una cantidad infinita de posibilidades. Pero no podremos saber nunca que pasaría si nos quedamos en el porqué y no agregamos al final un porque si o porque no.

Tantas preguntas que dan vueltas en la mente, qué hacer, por qué hacerlo, por qué siento, por qué siente, por qué hace tal o cual cosa. A veces la otra persona no sabe más que tu, pero se pregunta temerosa y valientemente a la vez "¿y por qué no?".

Que rabia me da cuando buscamos respuestas en lugares, situaciones, circunstancias, pensamientos, sentimientos que no tienen mas razón que ser. SER. Nada más ni nada menos que ser. Es tan simple como asumir, caminar, y a medida que avanza el tiempo ver qué es, y lo que sea va a ser. No es más que eso. ¡¿Por qué tanto por qué?! ¡No es más fácil simplemente vivir?!

¿De qué sirve un por qué si en realidad lo que importa es lo que es o pueda ser? No te adelantes, no vayas más allá de lo que sientes o ves... ¿Para qué cuestionar al otro? Cada cuál sabrá su por qué y si no lo sabe, pues bien, quizás nunca lo llegue a saber. Lo que importa, creo yo, no es el por qué, nisiquiera el para qué, lo importante es lo que ves, sientes, vives... Eres.